¿Qué pasó el 12 de Octubre? ¿Por qué algunas personas lo repudian tanto? ¿Piensan acaso que esa fecha de 1492 según medición europea, fue distinta al día, o los días, en que los Hunos expandieron su imperio y desplazaron a los pueblos germanos, quienes a su vez invadieron la Gran Bretaña? ¿O diferente del día o los días en que los romanos llegaron una, y otra, y otra vez, con y sin cristianismo, a los pueblos europeos, a matar a cualquiera que tuviera algo o que creyera en algo o que fuera pelirrojo? ¿O del día en que llegaron esos pueblos arios a la India y mancillaron a los dravidianos? ¿O aún más, del día en que los Carib decidieron invadir las islas del mar que hoy lleva su nombre (el nombre de los sanguinarios Carib cuyo nombre es además un epíteto dado por sus víctimas. El nombre que significa en sí "aguerridos" o más bien "crueles"). Los Carib, los aguerridos, que desplazaron a los arawak y los hicieron doblar la primera esquina marítima que encontraron, en la desembocadura del río Amazonas, y no contentos con eso, los persiguieron a lo largo de su curso fluvial. Y las guerras floridas, ¿son muy distintas? ¿O distinto del día en que a ese emperador japonés se le ocurrió oficializar el budismo en el País de las Mil Islas, aquella religión que no quiso ser religión sino filosofía y abogar por la bondad, la paz y el vegetarianismo, y salió a dar gautamazos a todo el que quisiera ser bueno y pacífico de otra manera? ¿O el día que los aqueos llegaron a Troya VI o que otros pueblos aún no sabidos llegaron a las otras 9 troyas en otras épocas? O los días, casi nunca mencionados, en que un clan africano llegaba a otro, secuestraba a sus habitantes y se los vendía a los portugueses. Podría seguir listando, día por día, desde que el primer australopitecus alzó su mirada y decidió ser un poco menos simio, y lo primero que se le ocurrió fue ir a saquear la cueva de un clan cercano. Podríamos hablar ad infinitum sobre restitución de tierras, sobre la necesidad de descabezar o ensalzar estatuas de "próceres" y de "conquistadores" y de "caudillos". Pero antes de tomar estas decisiones hagamos una reflexión sobre quiénes somos hoy.
Desde la prehistoria (término acuñado por personas que simplemente no sabían leer alfabetos antiguos) hasta hoy, en los ciclos evolutivos e involutivos que han existido por todo el planeta, cada grupo humano se ha perpetuado quitándole tierras, matando y robando mujeres a sus oponentes. Dentro de la poca información que nos queda sobre los pueblos originales de nuestro continente, ignoramos quiénes estaban primero, y desconocemos las guerras y las masacres que hubo antes del holocausto colombino. Y algunos post-colombinos llegaron con armadura y a caballo, pero ese mito del temor al extranjero mejor equipado no es más que una historia armada por los vencedores. Y los vencedores mal informados. Aquí donde yo vivo, en el sur de Chile, tantas personas se vanaglorian de sus orígenes alemanes. La raza suprema. La que, a menos melanina, más inteligencia. Pues no. La primera oleada fue de campesinos nórdicos que fueron engañados por astutos españoles criollizados (mitad indígena, mitad español) e invitados al Resort Prometido que resultó ser una maraña de selvas espinosas, venenosas, pantanosas y... habitadas. Les habían prometido tierras fértiles y se toparon con que lo más abundante eran flechas y lanzas envenenadas. Y libraron batallas desiguales para sobrevivir. De un bando y otro, quienes dejaron descendencia es porque la ganaron peleando. Lo prueba el contraste del discurso de Vicente Pérez-Rosales (vendedor del Resort paradisiaco) contra el de Darwin (a quien no le interesaba vender nada ni tener nada por estas tierras, más que la rana magallánica y la fama de haber desentrañado los secretos de la evolución humana).
Este continente va desde Alaska hasta la Patagonia, como mi abuelo decía. Geográficamente está hilado así, como Eurasia. Lo llamamos América hoy en día porque antes de Vespucci no había un nombre unificado, había muchos continentes, uno por cada pueblo originario. Y las etnias fueron tan plurales que se dice que en el hoy territorio de Colombia, por ejemplo, existieron 300 naciones, ciudades estado como las micénicas. Ciudades que se hermanaban, ciudades que se odiaban y batallaban. Ciudades que celebraban alianzas matrimoniales y se mezclaban.
¿Qué fue el mal llamado Descubrimiento de este territorio? Desde el punto de vista europeo y de 1492 sí, fue un descubrimiento. Y una salvación. Esas pobres gentes vivían de comer carnes y algunos granos, con riquezas mal repartidas. Hay que ver lo que nuestros alimentos lograron en Europa. Fuimos como los egipcios de esos tiempos: les dimos maíz para su pop-corn, tomate para su pizza y su bloody mary, papas para las hambrunas. Nosotros habíamos domesticado unas raíces y granos desconocidos. ¿Y ellos? Que nos violaron, que nos masacraron... sí y no. Igual que los turcos en Grecia, que los germanos que exterminaron a los britones, los pictos, los gaélicos en Inglaterra y que los Carib con los tainos, que los incas con los otros pueblos andinos, ese encuentro de culturas fue como cualquier fiesta: el tío que se emborracha y le quiere subir la falda a todas las mujeres, el otro que también se emborracha y se agarra a golpes con el anfitrión de la fiesta, la otra que se enamora del de más allá y deja a su esposo por ese nuevo amor, el anfitrión que le presenta su hija al hijo de los ricachones que vienen de visita y arreglan un matrimonio, el fulanito que estaba repudiando a su esposa desde hacía rato, la mata y huye, el otro a quien nadie había invitado, que enamora a la anfitriona y luego va, le roba todas las joyas y nadie lo vuelve a ver. No basta con saber el pasado del pueblo donde uno nació, hay que saber todos los pasados de todos los pueblos. Mientras más pasados de más pueblos sepamos, y sobre todo, mientras más intentemos leer, no sólo las versiones de los vencedores sino las de los vencidos, más nos daremos cuenta de que la humanidad es un solo repetirse, que no hay remedio, que además, si Darwin tenía la razón, la evolución, la supervivencia, no es del más sabio, del más pacífico y el más virtuoso, es del que más golpea.
Es una aberración el idealizar al vencedor, claro, pero también lo es el idealizar al perdedor. Incluso el idealizar al reino animal y separarlo del reino humano. Porque todas las especies son darwinistas. Todas las especies se perpetúan adaptándose al medio, no con la meditación y el rasgar de la lira, sino a dentelladas. Si no, miremos el pájaro cuco que planta su huevo en nidos de otros pájaros, el hongo que se establece en el cerebro de la hormiga y la convence de trepar a la rama más alta para soltar sus esporas, los delfines que golpean a las crías de su propia especie por diversión, los tiburones que se comen entre sí en el vientre de su madre, las crías de hiena que se baten a duelo cuando son dos hembras, porque al final sólo debe haber una, como en Highlander. Las hormigas que secuestran hormigas de otras especies para esclavizarlas. No podemos ser tan blanquinegristas, tenemos que ser más grisistas.
Claro, el problema que aqueja a América, desde Alaska hasta la Patagonia (porque en eso no se salva ningún país) es la desigualdad social. El poder de los vencedores sobre los vencidos. Pero eso no tiene que ver con raza, es decir, no solamente. Es obvio que quien gana una tierra, en las condiciones que sea, jugando limpio o no, llega en una posición privilegiada. Y sus descendientes heredan esa posición. Por el contrario, quien pierde la batalla, en las condiciones que sea, estará en desventaja y su descendencia también. Los arios lo hicieron oficial. Implantaron el sistema de castas y nadie puede ascender en la escala social; por ley. Si se nace pobre se vivirá pobre si eso es lo que manda su casta. En el cristianismo supuestamente se valora el trabajo y se puede ascender socialmente si se gana dinero (esto es, un cristianismo capitalista). Más aún entre las vertientes protestantes, entre las cuales se acepta el trabajo y la posesión de bienes. En los países católicos, paradójicamente el clero es el que está más cerca de Dios y a la vez, es el que más dinero tiene. El resto tiene dos opciones heredadas de las dispensas del cristianismo medieval: los ricos compraban su lugar en el Paraíso con dinero, y los pobres debían contentarse con la confesión. Hoy en día que sin tetas no hay paraíso (y muchos hombres se miran desconsolados entre ellos porque sólo pueden tener tetas ajenas y paraísos ajenos), la gente de todos modos sigue comprando paraísos fútiles y efímeros. O deseando tener esos paraísos. La casa, el televisor, el teléfono... las... y querrá obtener todo eso de la forma más fácil.
Restitución de tierras... tal vez. Pero hay pobreza e injusticia entre otros grupos que no califican de étnicos pero eso no los hace sufrir menos. Y ellos, ¿a quién le reclaman? ¿Por cuál tierra pelean? ¿Qué beneficios merecen?
Como dice Shylock en "El mercader de Venecia" de Shakespeare: "Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos?". A todos nos pasa eso, todos somos seres humanos, y todos albergamos tanto la luz como la sombra.
La cuestión de la xenofobia post 12/10/1492 es que es un problema de doble vía. Por luchar por unos derechos propios nos olvidamos de luchar por los derechos de toda la humanidad. Y por querer buscar culpables de la pobreza que aqueja a unos, a veces se incurre en una falacia que sólo sirve a la xenofobia. La culpa de la pobreza que aqueja a personas independientemente de su origen étnico, no es de una raza, ni de un momento histórico de hace medio milenio. La culpa es de los corruptos en el presente. En los últimos cincuenta años. Señalar a los responsables correctos es el primer paso. El segundo es solucionarlo. Y preguntarse si cada un@ de nosotros no está aportando su granito de podredumbre en ese capitalismo del upsidedown. No sufrimos un problema étnico, sufrimos un problema social y humano. Una crisis valórica más allá del problema de la abstinencia religiosa. Una crisis del espíritu humano como un todo.
Acabo de ver un post que dice: Hace 500 y tantos años, los pueblos originarios conocieron el genocidio. Idealización falaz. Me devuelvo a los argumentos que he citado atrás en esta reflexión. Así que mi conclusión se encamina hacia la lucha por la especie, no por la raza. Por la madurez cultural, no por el odio hacia una genética que ya se ha mezclado miles de veces y circula por las venas de todos. La lucha es por América, su equidad, su madurez, el triunfo del humanismo sobre la ignorancia voraz y egoísta. Y la capacidad de mirar hacia el futuro, no de quedarse llorando por un pasado que todas las culturas, sin excepción, han compartido: todo big-bang nace del dolor. Ninguna cultura ha estado exenta de causar o recibir dolor, así como ninguna especie viva ha quedado fuera de esta danza oscura. Somos hijos de Shiva. Destrucción y renacimiento. Destrucción y renacimiento. Destrucción y renacimiento. Termino con este poema que escribí hace años:
BOCAS
De una lengua a otra lengua
sílabas del desintegrado y siempre fluyente
nombre de Dios.
De una lengua a otra lengua
el amor es el único puente levadizo
el único Torii posible
Los pueblos
han sido labrados con gritos
forjados con el hirviente odio de las selvas profanadas
selvas de cabellos de ala de libélula
de cabellos de hilos de sol
de cabellos de musgo de profundidad de cueva
cabellos por donde no volvió a pasar el viento.
Démosle un nuevo significado a la palabra historia.
Ya no cándidas vacas pisoteando flores.
Ya no perros de ojos filosos
ladrándole a las moscas por un cadáver de gacela.
La disonancia de mil lenguas gritando
debe dar paso a la callada melodía
de una sola lengua:
la que une los escombros
tejiendo caminos de luz
sobre la piel amada.
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